por Laura Devetach
Revisando fotos y viejos libros, me volví a encontrar con este señor delgado, barbudo, que a menudo vestía ropas de trabajo y botas. Su cara seria nos haría pensar que andaba siempre pateando cascotes, con alguna bronca.
Me reencontré también con el Loro Pelado, la Gamita que estuvo ciega, la Tortuga Gigante, los coaticitos, los flamencos y las rayas. Y todos me dijeron que en realidad, don Quiroga era más bueno que el pan, aunque a veces, un poco tristón.
Hasta los yacarés me dijeron eso.
¿Qué loro, qué gamita y qué yacarés?
Bueno, si no los conocen, corran a leer los Cuentos de la selva que escribió Horacio Quiroga para los niños, en 1918.
Me reencontré también con el Loro Pelado, la Gamita que estuvo ciega, la Tortuga Gigante, los coaticitos, los flamencos y las rayas. Y todos me dijeron que en realidad, don Quiroga era más bueno que el pan, aunque a veces, un poco tristón.
Hasta los yacarés me dijeron eso.
¿Qué loro, qué gamita y qué yacarés?
Bueno, si no los conocen, corran a leer los Cuentos de la selva que escribió Horacio Quiroga para los niños, en 1918.
Extraído de Imaginaria: N° 97 LECTURAS 5 de marzo de 2003
Los clásicos de la literatura siempre siguen presentes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario